Origen: Lleva este nombre el latín porque era la lengua que se hablaba en Latió, estrecha faja de terreno situada entre el Mar Tirreno t el Río Tìber y entre los Montes Cimio y Albanos ( oeste, este, norte, sur ). Según la tradición, hacia el año 752 A.C ., se fundó Roma en un espacio ceñido por siete colinas. Su fundador fue Rómulo. Se sitúa el latín en la rama de lenguas indoeuropeas, indoiranio, armenio, albanès, itálico, càltico, germánico, balto _ esclavo. Una inscripción que data del año 600 A.C., aparece todavía de derecha a izquierda y sólo en letra mayúscula. Es el latín, dentro del grupo itálico, independiente, presenta no obstante íntima relación con el céltico y el germánico en cuanto se refiere a morfología y vocabulario. También influyeron indudablemente en su onomástica, el osco y el umbro, de los cuales muy poco se sabe, y el etrusco, el cual ejerció sobre Roma influencias decisivas. Tuvo que enfrentarse el latín a numerosos grupos de dialectos, pero debido al poder guerrero de Roma, éste absorbió casi por completo a los demás idiomas de la Península. Con el griego no tiene el latín parentesco lingüístico. Entre los romanos cultos, el griego llegó a ser lengua corriente, el contacto con esta lengua le ofreció el latín gran cantidad de palabras, las abstractas; y muchos giros, figuras y construcciones. Muy poco sabemos del latín primitivo. Las más antiguas inscripciones se remontan al siglo VI A.C., y están tan mutiladas que arrojan muy poca luz sobre el latín en la época preliteraria. Sabemos de cierto que el latín tras de un intenso desarrollo lingüístico se impuso a los demás dialectos, no sin cargar con gran contingente de influencias. Internamente este idioma sufrió varios Estados: Sermo Urbanus ( de la ciudad ) y Sermo Rústico ( del campo ). El Sermo Urbanus en la boca del pueblo se transforma en Sermo Plebeius o latín vulgar que era el corriente en las conversaciones. Pero este latín no tiene rango de lengua literaria; ese es el latín de la expansión, de la romanización. El latín vulgar extendido por todas las latitudes del imperio, dio lugar a los idiomas romances o neolatinos. El latín literario era selecto, propio de personas muy cultas; no existió como lengua hablada, lucía en los libros y en las inscripciones. Ya en 240 A.C., Livio Andrònico lo hace resplandecer. Lo cultivan Plauto, Ennio, y muchas personas ilustradas que trataban de imitar las formas griegas. Julio César logra crear un idioma libre de barbarismos y forma una lengua sencilla y elegante; brillante y vigorosa se convierte con el trato de Cicerón, Horacio, Virgilio ( edad de oro del Latín I A.C _ I de C ). , _ Por el siglo II de C., aparece una corriente arcaizante, decadente, que prepara el camino para las lenguas romances, del I de C. al VI de C. Los soldados y colonos se encargaron de extender la lengua romana, la cual paulatinamente se transformó en español, portugués, francés, italiano, rumano, provenzal, catalán y otros.
Extensión del Mundo Romano:
Norte: Francia, Bélgica, Inglaterra, Suiza, Europa Central, y parte de Alemania. Este: Rumania, Yugoslavia, Grecia, Siria, Asia Menor, Judea y Arabia. Oeste: España y Portugal. Sur: Marruecos, Túnez. Libia y Egipto. Pertenecían al imperio: Las islas Baleares, Sicilia, Cerdeña, Creta y Chipre. El Mar Mediterráneo, rodeado de territorio romano por todas partes, se llamaba “ Mare Nostrum “. Roma fue madre de pueblos, es bien conocido el prestigio de que gozó la latinidad. El Latín fue lengua universal, conocerla era un orgullo, y muchas veces una necesidad ( para moverse en ciertas esferas, como tribunales, ejércitos, textos literarios, teatros, coloniaje, comercio, etc. ). Roma fue una civilizadora virtuosa, los pueblos conquistados se compenetraban con su cultura; a la hora de diversificarse, debido a naturales preferencias de expresión en diferentes zonas lingüísticas, y al derrumbamiento del imperio, quedaron todos atados a un compromiso común: no ser simples depositarios de una cultura, sino aprovechar tal ventaja, o sea, sobre esa base firme, terminar de estructurar civilizaciones firmísimos. En la génesis de los romances, vemos un Latín vulgar, de naturaleza acomodaticia, flexible a las influencias del ambiente y en capacidad de renovarse: no era el mismo Latín el que se hablaba en las Galias que el que sufría las transformaciones en otras regiones; era distinta también la evolución entre el latín de Italia y el de Lusitana ( Portugal ). Se fueron acentuando las diferencias del vocabulario y la peculiaridad de las construcciones: las hablas locales se fueron distanciando hasta caer en los idiomas romances. En el siglo V, ya el Latín vulgar estaba desfigurado, sólo se obedecía a la práctica y muy pocos pensaban en seguir imitando a unos modelos tan enrarecidos . Con la fragmentación política y la falta de una academia centralizadora, llegó a su fin, el proceso de formación de los romances. Aún siguió subsistiendo el latín vulgar, pero apenas en la redacción de códigos, crónicas. El Cristianismo se valió del latín vulgar para propagar los nuevos dogmas. El Latín literario aún con vida hasta fines de la Edad Media, como órgano de la filosofía y de la ciencia en la Europa Occidental; por supuesto no en el mismo molde puro de los clásicos, no obstante el existir movimientos que intentaban imponer la imitación fiel de los modelos de la Edad de Oro ( Humanismo de Boccacio, Tetrarca, etc. ). Como veremos, la estructura del Latín es diferente a la de nuestro idioma, es una lengua desinencial; se vale, en el juego sintáctico, del cambio de las terminaciones de las palabras ( los casos ). Su estudio es indispensable para el conocimiento de la estructura y desarrollo de nuestro idioma: nos pone en contacto con un acervo cultural vasto: derecho, letras, historia, onomástica, etc.
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